Wolverhampton | Guías de la Premier League 23/24

Con el mercado de fichajes ya cerrado, se puede intentar descifrar algunas claves y expectativas del Wolverhampton en la Premier League. A modo de previa de la temporada, esta guía se basará en indagar en cuatro aspectos importantes del club a la hora de afrontar uno de los torneos más vistosos del mundo del fútbol.

Contexto y objetivos

Los que algún día estuvieron en Europa, pisando los talones del big six con valentía y ambición… ya no son lo mismo. En un caos total por el tema de Fair Play Financiero, estos Wolves son equipo de la zona baja de la tabla, aunque, por demérito de otros, es posible que se salve sin problema alguno.

Es difícil pensar que los lobos desciendan esta campaña, pero en la lucha estarán. Posiblemente, junto a los recién ascendidos y Everton, sean el club con más papeles para acabar en Championship, pero su plantilla invita a pensar que este no es el año. Con una temporada para recuperarse de todo el tema económico, este año el objetivo es mantener la categoría.

Entrenador y modelo de juego

Wolverhampton
Gary O’Neil, entrenador de los Wolves. (Photo by Harriet Lander/Getty Images)

Gary O’Neil viene de tener un rendimiento grandioso con el Bournemouth, que se consideraba una de las peores plantillas del torneo pasado. A priori, con un 4-4-2/4-4-1-1 para funcionar rápidamente con los futbolistas que posee.

Un gran potenciador para gestionar la plantilla limitada de estos Wolves y que ya conoce lo que es la lucha por la permanencia debido a su experiencia el pasado curso. Con una defensa llena de incógnitas, O’Neil intentará rescatar el mejor nivel de todos con el juego directo y las transiciones rápidas, de la mano de futbolistas corredores y ágiles, a falta de ver si los goles a favor le sonríen en un Wolverhampton muy apático desde hace años.

Mercado de fichajes y plantilla

Fichajes: Jean-Ricner Bellegarde (15M€), Santiago Bueno (12M€), Boubacar Traoré (11M€), Enso González (6M€), Matt Doherty (libre), Tom King (libre). Tommy Doyle (cedido).

Salidas: Matheus Nunes (62M€), Rubén Neves (55M€), Nathan Collins (26,85M€), Conor Coady (8,7M€), Raúl Jiménez (6,4M€), Ryan Giles (5,85M€), Hayao Kawabe (1,5M€), Matija Šarkić (1,4M€), Adama Traoré (libre), João Moutinho (libre), Diego Costa (libre), Gonçalo Guedes (cedido), Ki-Jana Hoever (cedido), Luke Cundle (cedido), Chiquinho (cedido), Chem Campbell (cedido).

Ander Iturralde: «Perdidos en el bosque junto a la Gran Muralla china.

El Wolverhampton seguramente acabará bien, a salvo; pero esto no va a durar ni para siempre ni tampoco mucho más.

El Brighton va a descender. El Brentford va a descender. El Crystal Palace va a descender. Para todos los equipos que no son los seis mejores (siete, lo de descender aleatoriamente una vez por década se acabó para el Newcastle) el descenso es el eventual destino, porque incluso uno que no ha descendido desde 1954 ha empezado la temporada sumando un punto de doce y nadie está sorprendido por ello. Hasta los clubes mejor gestionados y también el Everton descenderán porque lo más probable es que el ciclo incesante de la Premier League acabe pillando a todos. No hay suficiente masa social, suficientes ingresos económicos diferenciales, como para extinguir la posibilidad de descender para todos esos equipos que no son los siete mejores. Incluso el Leicester, tan modélico, tan coquetamente adorado por todos, no pudo evitar caer con dureza. Entre 2019 y 2021, en las 76 jornadas que se jugaron, ningún equipo pasó más tiempo clasificado entre los 4 primeros que el Leicester. Buenos jugadores, buena afición, buen entrenador, buen dueño incluso cuando tuvo que ser su hijo quien heredase trágicamente el club. Y tampoco fue suficiente para erradicar la posibilidad de descender. Por todo eso y porque son uno de los clubes más institucionalmente extraños y heterodoxos de la Premier League, el Wolverhampton va a descender. No va a convertirse en el Newcastle. Ni en el Chelsea. Ni en el Manchester City. Ni en el Tottenham. Un club de falso y dantesco vanguardismo que existe como personaje secundario en la vida de un agente de jugadores llamado Jorge Mendes. Son… muchas cosas.

El Wolverhampton va a descender, pero no esta temporada. Lo más seguro es que no. Y más viendo a Burnley, Sheffield United y Luton en las cuatro primeras jornadas. Este no debería ser el año de la muerte del lobo. Me pregunto si habrá nuevo año chino del lobo como lo hay del conejo. Estaría bien que lo hubiese. Puede que incluso lo sea este. Puede que aunque el dinero haya dejado de fluir de la misma manera por las venas de este lobo, los espíritus milenarios guíen a este club a su salvación. ¿Los espíritus milenarios del folclore chino sabrán marcar goles de fútbol? Uno pensaría que ellos no y, por ejemplo, Fábio Silva sí. Pero Fábio Silva no, a pesar de que es un jugador de fútbol, profesional. Así que la pregunta quizás no sea tan injustificada. No está demás tampoco hacer preguntas raras cuando se trata de un club cambiando de entrenador justo antes de que comience la temporada. No suele ser ese augurio de cosas buenas, pues suele ser síntoma y ni siquiera la causa del problema real. Aquí podría ser ambas cosas, pero el todavía corto transcurso de la campaña nos ha hecho pensar que a Lopetegui de menos no le van a echar demasiado. Un entrenador que de alguna manera estaba predestinado a ser el entrenador de este club, pues en 2016 estuvieron tan cerca de unirse sus caminos, pero que en realidad nunca dejó de ser de alguna manera el meme de “qué está haciendo un oso polar en Arlington, Texas”.

Eso me lleva a pensar en la gente cercana a la que he conocido y que conoce de primera mano Arlington, Texas, y pienso si alguna vez pisaré yo esa esquina del mundo. Quizás sí. La vida da muchas vueltas, al fin y al cabo. La de uno de los protagonistas de la historia actual del Wolverhampton Wanderers también. Desconozco si Gary O’Neil alguna vez ha estado en Arlington, Texas, pero lo que sí pienso y con certeza es que su idoneidad es infinitamente mayor para el papel de ser entrenador de un equipo extraño de la Premier League. Lopetegui no tengo claro si sabía exactamente qué quería extraer del hecho de ser entrenador del Wolverhampton, más allá de querer más dinero para fichajes para poder competir pues por Europa Leagues y esas cosas por las que había competido y que había ganado con el Sevilla. Para Gary O’Neil esto no es tanto una obra de vanidad, un lugar por debajo de él si no hay suficientes billetes para fichar a más jugadores; al menos para él no es un ejercicio de adorno a una carrera de éxitos europeos y despidos de Luis Rubiales que sí tenía nuestro exprotagonista de la historia. El vasco. Como Aguirre. Aunque no como Aguirre.

Se vieron campos florecer cuando el Wolverhampton era una especie de secarral bajo la lluvia durante la estación de otoño del año pasado. Nada hacía click y un entrenador del calibre de nuestro ya ex-protagonista hizo que básicamente todo lo hiciese. Pasaron de correr peligro real, inmediato, inminente de descender a ser parte del inamovible mobiliario de la mitad de la clasificación de la Premier League. Gastaron 50 millones en Matheus Cunha entre todos esos eventos. Porque estamos aquí hablando de protagonistas y ex-protagonistas cuando el Wolverhampton a su vez existe en una realidad en la que es un personaje secundario del agente más famoso de la historia del fútbol. El portugués que tenía un videoclub en los años 90 y que cuyo primer representado jugador de fútbol fue el antiguo entrenador de este club: Nuno Espírito Santo. Si es que cuando digo lo de ser un club de fútbol de la Premier un personaje secundario en la glamourosa vida de un agente de futbolistas no me lo estoy inventado ni tampoco es tan exagerada la hipérbole.

Lo que sí es exagerada es la incapacidad irrevocable de este equipo para ser eficiente de cara a portería. Jugador tras jugador ha circulado por este club desde que David Luiz tuvo la desgraciada fortuna de partirle el cráneo a Raúl Jiménez hace casi tres años. Nada ha sido igual desde entonces, ni incluso desde que tres meses antes de esa horrenda noche de noviembre, cuando el club traspasase a Diogo Jota al Liverpool. La obra, tan vivaz, tan voraz, que el antes mencionado Nuno logró crear en esta rupestre ciudad de la Black Country inglesa se estaba cayendo a pedazos. El ascenso, si bien no fue la gesta más repleta de mérito de la historia del balompié, sí que fue asombroso, brillante, estimulante en muchos sentidos. Incluso en los negativos de “qué hace un equipo financiado por tan tenaces empresarios chinos, de la mano de Jorge Mendes, ascendiendo de esta manera tan devastadora y abrumadora”. Un año después del ascenso se estaban clasificando para la Europa League. A la gente no le gustaba y la gente tenía gran parte de razón en la justificación de su desagrado existencial. Pero como tantas cosas, como la marcha tan anticlimática de Lopetegui, esto era un síntoma y no tanto una causa del problema. De la enfermedad.

Qué pensar, qué concluir de este equipo en 2023 es complicado y supongo que en gran parte por eso tú, estimado lector, estás leyendo esto. Podría estar el equipo en una situación bastante peor que la de tener como entrenador al entrenador del año de la pasada edición de la Premier League. Podrían haber fichado a un entrenador mucho, mucho peor que este. El mismo Gary O’Neil, antes de dirigir su debut, declaró cómo no necesariamente debemos esperar lo mismo de este Wolverhampton que vimos del Bournemouth la temporada anterior a esta. Porque, como él mismo quiso recalcar, este equipo cuenta con otro calibre de jugadores. Precisamente es esta clase de declaración lo que nos empuja a pensar en O’Neil como un entrenador de un carácter inminentemente camaleónico, que no va a tener unas tendencias de esas que se distinguirían hasta en la oscuridad de un bosque bajo la nocturnidad y nubes eclipsando a las estrellas.

La estrella polar, esa que te guía cuando tienes al menos una remota idea de cómo leerlas y estás perdido, debería ser el que es el mejor delantero de este equipo: Saša Kalajdžić. Un jugador envuelto en su propia historia de angustia y desgracia futbolística cuando a los 45 minutos de debutar con el Wolverhampton al comienzo de la temporada pasada se rompió su rodilla. El que iba a darles un aire nuevo, fresco, lleno de oxígeno. No fue tal y tuvieron que seguir reformulando su ataque para ir viendo qué funcionaba y qué no. Diego Costa, en el año 2023, por amor de dios, acabó haciendo acto de presencia en esta historia estrambótica. Con él de vuelta en Brasil y Fábio Silva de vuelta aquí pues han seguido las pruebas, con su error y acierto. Pero el verdaderamente capacitado para acertar y no sólo errar es Kalajdžić. Todos los demás están muy bien. Pero el finalizador certero es él. Que marcase un gol contra el Everton ya no es sólo la teoría si no la práctica impregnada sobre los tangibles. Los que van a acabar de una forma u otra dictaminando el nivel de éxito de este equipo.

Wolverhampton
Saša Kalajdžić, jugador del Wolverhampton. (Photo by Tom Dulat/Getty Images)

Esposados por las tecnicidades del Financial Fair Play de la Premier League (bueno, por eso y porque decidieron pagar 50 millones porque sí por Cunha el pasado mes de Enero) ha sido un verano incierto, carente de dirección, desprovisto del dinero que a Lopetegui supuestamente le prometieron (si es que las palabras se las lleva el viento… y encima en Wolverhampton creo que hay bastante viento). Como al final el viento y la vida se llevan a tus jugadores y pocos más importantes que Rúben Neves y João Moutinho. El latido combinado de este conjunto de jugadores que el escudo de un lobo porta sobre el pecho es lo que han sido estos dos durante los últimos seis años. Ya no están y hay algo de todos nosotros, espectadores de este equipo, entusiastas de la Premier League como competición, que se ha ido con ellos. Aunque no hay ninguna parte de nosotros que vaya a cobrar nada de lo que está cobrando Neves en Arabia Saudí. Así es la vida.

João Moutinho y Rubén Neves, ex-jugadores de los Wolves. (Photo by Gualter Fatia/Getty Images)

Con esa marcha, las entradas de João Gomes y de Mario Lemina representan lo que parece que será el centro del campo de este equipo de aquí en adelante. Pero como la pretemporada al final la hizo otro entrenador, pues seguimos viendo pruebas. Nadie lo vio, porque obviamente nadie se va a parar a ver eso, pero el Wolverhampton, en la primera ronda con equipos Premier de la Copa de la Liga, le ganó 5-0 al Blackpool de tercera división. Puede parecer un hecho irrisorio y anecdótico, pero jugaron la mayoría de los buenos. Ocurrieron cosas, eso sí, extremadamente inverosímiles como el hecho de que Matt Doherty marcase nada menos que dos goles. No jugó Lemina y sí que junto a Gomes lo hicieron en la zona medular Pablo Sarabia y Joe Hodge. Puede ser algo a lo que prestarle atención. Pero sobre todo la cuestión va a ser la de las pruebas de personal hasta que una combinación termine de cuajar. Mismamente con el cierre de mercado han tenido que reformularse ante la decisión de traspasar a Matheus Nunes al Manchester City. El futbolista más rebosante de calidad de este equipo. Pero al mismo tiempo, da la sensación, de ser un jugador lo suficientemente reemplazable para ellos. Pedro Neto, con sus defectos, con sus interminables imperfecciones y más todavía desde que volvió de su grave lesión, va a ser uno de los grandes adalides de juego de este equipo. Sea en la banda derecha o incluso en la izquierda.

Algo que este equipo no tiene son laterales muy buenos. Tiene un montón de carrileros, de laterales que no defienden muy bien, y eso puede verles acabar reorganizados de manera cuasi-permanente en un sistema de tres centrales y dos de esos defectuosos laterales ocupando los carriles exteriores. Matt Doherty (central derecho contra el Blackpool), Jonny Otto, Ryan Ait-Nouri, Hugo Bueno, Nélson Semedo… la cosa no es terrible pero es compleja. Aun así, con jugadores peores se puede argumentar que O’Neil hizo funcionar al Bournemouth. Max Kilman, tras las marchas del verano, ya es el capitán del club, el chico de la casa, la figura de liderato definitiva de este equipo. Junto a él podremos esperar a Craig Dawson, otro tampoco súper estelar central pero sí un capaz jugador de fútbol con el que salvar la categoría de la Premier League. Si José Sa vuelve a ser el buen portero que fue hace dos temporadas (donde hizo números de mejor portero de la liga; ese nivel sí que es difícil que vuelva), bien; si no, pues jugará Daniel Bentley.

Nombre el del portero suplente del equipo como el de la marca de coches de lujo. Eso que parecía en 2019 que sería el Wolverhampton para años venideros. Un producto de lujo. Decían los más autodenominadamente listos del lugar que el club caería tarde o temprano por culpa de la regulación que iría a exterminar el concepto de que un súper agente de futbolistas tuviese tanta influencia en un club de la élite de fútbol. Pero no, años después, vemos que obviamente eso no ha ocurrido. El nivel de evidenciada involucración de Mendes en el equipo ha menguado con el paso de los años. Y luego ha vuelto a asomar la cabeza como con los 50 millones por Cunha. O con Lopetegui. O con Nuno casi volviendo antes de que firmasen a Lopetegui. El glamour barato se ha disipado, la novedad ha pasado, el dinero ha dejado de entrar tan libremente y el Wolverhampton está en un limbo que en unos años acabará por empujarles a segunda división. Son uno de los últimos equipos controlados por capital chino del fútbol europeo. Las restricciones que decidió imponer el gobierno chino sobre sus empresarios aventurados en el fútbol en torno a la época de la explosión de la pandemia terminaron de cerrar ese tren de gasto y exaltación.

Los delirios de grandeza ya no están respaldados por la capacidad de gastar dinero. La muralla china se erigió de repente justo entre el Wolverhampton y el sueño de convertirse en un miembro de la élite de la Premier League. En lo que se está convirtiendo ahora el Newcastle. Ellos querían haberlo sido. En tres años, en dos, en uno o antes de que termine esta temporada O’Neil habrá sido despedido o habrá sido lo suficientemente rápido para hacer un movimiento lateral o ascendente estando todavía en la cresta de la ola y será él quien se vaya. Desde su último despido se puede decir que ha terminado en un sitio incluso mejor. En un sitio donde hay calidad de jugadores, donde la defensa es muy rara (y tienen a dos jugadores que se llaman “Bueno”, porque les debe gustar la comedia) pero a la que suponemos suficientemente capaz, donde goles cuestan encontrarlos como si un cofre del tesoro en el fondo de un océano estuvieran buscando pero donde al mismo tiempo Kalajdžić puede ser muy bueno y si él es muy bueno Cunha parecerá consecuentemente muy bueno también. Ya no van a ir a volver a jugar la Copa de Europa como hicieron en los años 50 o puede que lleguen otros dueños con más dinero y sí que lo hagan. Mientras tanto, son una manada de lobos perdida en esos bosques montañosos que se encuentran a cada lado de la Gran Muralla china».

En materia de fichajes, poco que destacar. Más allá del fichaje de Santiago Bueno, ex-central del Girona. El uruguayo puede dar un poco de frescura a la zaga y competir con Craig Dawson, que no deja de ser un futbolista con deficiencias al espacio y tendencia al error. Bueno es pura actitud calmante y seguridad detrás, que posiblemente sea una combinación positiva para Max Kilman.

Santiago Bueno, nuevo jugador de los Wolves. (Photo by Octavio Passos/Getty Images)

Once tipo

Once tipo del Wolverhampton. (La Pizarra del Míster)

LLDLT | Alexis Guanchez

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