La Selección de Venezuela sacó un empate 1-1 en su visita ante Brasil por la tercera fecha de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial 2026. Fernando Batista, actual entrenador del cuadro Vinotinto y sucesor de José Pékerman en el cargo, es el nombre en boca del pueblo debido a sus sorprendentes resultados y sensaciones con el equipo. Una de las razones más trascendentes en la igualdad en Cuiabá es la valentía a la hora de intervenir desde la pizarra en cada uno de los momentos de partido.
Las sorpresas de Fernando Batista en Cuiabá
“Bocha” Batista salió con un par de sorpresas para enfrentar a Brasil. La primera, Christian Makoun; partiendo como lateral izquierdo y dejando entrever la intención de cerrar en determinados momentos con tres centrales en el fondo, pues el nacido en Valencia suele actuar como tercer central y es capaz de proteger la banda, sin ser un virtuoso ofensivamente. Anteponiéndose a Miguel Navarro (apercibido) y Luis Mago, que ya fueron titulares en la posición.
Por otro lado, Sergio Córdova tuvo su primera titularidad en estas Eliminatorias. El ‘9’ venía de impresionar vs. Paraguay en la victoria en Maturín, donde compartió punta con Salomón Rondón irrumpiendo como revulsivo, dando frescura y profundidad al seleccionado.
El posicionamiento de Venezuela
En principio, Venezuela formaba en 4-4-2, mutando a un 5-3-2 cuando Brasil organizaba ataques, con los extremos siendo quienes adoptaban distintos papeles según la fase del juego. Samuel Sosa perseguía al futbolista más ancho de Brasil (Rodrygo o Danilo, usualmente) para permitir a Makoun unirse a la línea de tres centrales, mientras que Machís se hacía interior con el fin de cerrar espacios por dentro y estar protegidos para saltar a presionar constantemente a los poseedores locales, evitando así que se juntara su arsenal ofensivo.
Primera intervención: el rol de Córdova
Al 18′ llegó la primera intervención de campo de “Bocha”: el rol de Córdova. El delantero estuvo carente de lucidez en los duelos físicos y tuvo pocas escasas chances de superioridad arriba, así que se convirtió en un apoyo en derecha, haciéndose un 4-5-1/5-4-1 que creaba más opciones de pase por las bandas a la hora de gestar transiciones ofensivas por parte de Venezuela.
Además, dicha configuración permitió que Machís apoyara la defensa como el más ancho sin romper la estructura en más de una ocasión, haciéndose el 5-4-1 con Makoun defendiendo el área y Sosa abierto protegiendo la llegada de Danilo (segunda foto). De este modo, La Vinotinto logró aislar ocasionalmente a Neymar de Vinicius, o a Neymar de zonas de influencia peligrosas.
La defensa de área seguía impune, con Makoun paciente como tercer central y Samuel Sosa poniendo candado al espacio de Brasil para llegar al lado débil. Con Córdova en banda el equipo ganó músculo para recuperar y un arma más para progresar por ese lugar.
El equipo, aunque fue valiente en los reinicios de Brasil y adelantó líneas para defender en bloque medio, se caracterizó por prevalecer en orden y serenidad. Un equipo que en ambas disposiciones durante el primer tiempo se hizo muy angosto y basculó con pocas desconexiones.
Tras el descanso: hombre por hombre, upgrade en perfiles
Los ingresos de Jefferson Savarino (por Córdova) y Cásseres Jr. (por Yangel) tras el descanso fueron hombre por hombre. Mismo 4-5-1, con un cambio de intenciones por los perfiles. Savarino, extremo puro en perfil natural, dando frescura y siguiendo la premisa que iba dando resultado: cuidar posesiones; menos directo que Machís, de un rol defensivo distinto, pero igual de efectivo. Cásseres, con influencia de las circunstancias: la amonestación de Yangel como detonante, que, por añadidura, estaba “atado” por las dificultades de Venezuela para llegar, donde más brilla el del Girona.
Cásseres Jr. tuvo un partido excelso. El centrocampista del Toulouse fue un diez en lo instintivo y lo cerebral. Entrega física al tope y lectura superlativa en cada jugada; comprensión absoluta del posicionamiento sin balón y la orientación con él en todas sus participaciones. Súper preciso en el pase (21 completados de 23 intentados) y atrevido para romper la presión con pura cintura. Exhibición de garantías inusuales en La Vinotinto.
Junior Moreno, crecimiento total
Con Soteldo habiendo ingresado al 58′ por Machís para hacer el 4-5-1 menos volátil con Sosa como interior más fijo, Venezuela buscaba lanzarse más al ataque por “todo o nada”, luego del gol de Brasil al 50′ desde un córner. Perdiendo orden, aumentando pérdidas y repitiendo esfuerzos, el panorama era complejo.
Paradójicamente, la salida forzada de Tomás Rincón al 67′ conllevó a otro ingreso que cambió el guion del encuentro. Junior Moreno actuó como un cortafuegos; viajó en el tiempo y, con el marcador adverso, hizo que Venezuela se sintiera como si de la primera mitad se tratase cuando la pelota pasaba por sus pies. Un futbolista que, justo como La Vinotinto ha echado de menos en estas Eliminatorias, es capaz de juntar futbolistas y dirigir la orquesta en la base de la jugada. Sin dejar de ser un aguerrido, por cierto. Otro cuya precisión pasadora (¡12/12!) a cualquier distancia y despliegue físico le hacen protagonista del punto de oro rescatado en Cuiabá.
Eduard Bello, el regalo
El acierto que puso la guinda al pastel fue Eduard Bello. “Bocha” se negó al temor y continuó moviendo piezas para cambiar el 1-0. El ingreso de Eduard Bello por Samuel Sosa acercó a Cásseres más a la base (juntándose con Junior Moreno) y puso al nacido en Cúa como volante ofensivo, o una especia de interior adelantado. La idea para los últimos minutos era olvidar medianamente el orden y ser más amenazantes, con más focos en el área… ¿o más espacios en la frontal? Y frescura, por supuesto.
Hasta que llega el gol, fruto de la mayoría de ajustes. Lucha de Junior Moreno para recuperar, reconocimiento de Cásseres Jr. sobre su alrededor para reiniciar y romper la línea de presión con giro, pase para Savarino en su hábitat y centro un poco atrasado, pero perfecto para el remate de Eduard Bello. El grito del pueblo.
Fernando Batista, valentía y desarrollo
La imagen del “Bocha” Batista luego del empate en Brasil es emocionante. Es un encuentro histórico. Sin embargo, la mejor sensación que deja el técnico argentino a la afición es su acierto constante a la hora de intervenir durante el partido. Barajó opciones, actuó y la recompensa es invaluable. Venezuela suma variantes que transforman partidos a su repertorio, construyendo bases sólidas que a largo plazo serán fructíferas.
LLDLT | Alexis Guanchez