
El Real Betis vivió una noche amarga en el Benito Villamarín tras caer con contundencia ante el Deportivo Alavés (1-3) en un partido que tuvo un nombre propio: Kike García. El veterano delantero, con 35 años, firmó un hat-trick para dar al conjunto babazorro su primera victoria en la era Coudet y hundir a un Betis sin ideas, sin energía y sin alma. El equipo de Pellegrini volvió a mostrar su versión más preocupante, superado en intensidad, desbordado en defensa y desconectado en ataque, en una actuación que deja en el aire muchas preguntas sobre su rumbo.
El encuentro comenzó con un Betis dubitativo, reflejo de la fragilidad que arrastra en las últimas jornadas. Apenas se cumplía el primer minuto cuando Fornals filtró un gran pase al espacio para Vitor Roque, pero el brasileño, impreciso y sin confianza, desaprovechó la ocasión al ralentizar su disparo. El Alavés, en cambio, necesitó muy poco para morder. Carlos Vicente avisó con una internada por la derecha y, poco después, Kike García se fabricó el primer penalti del partido tras una jugada inteligente en la que provocó la caída de Bartra dentro del área. Él mismo ejecutó la pena máxima y adelantó a los vitorianos.
El Betis reaccionó más con nervio que con fútbol. El Villamarín empujaba, pero el equipo no encontraba claridad ni ritmo. Kike García volvió a poner en apuros a Bartra con otra jugada de astucia que el árbitro sancionó inicialmente como penalti, aunque tras la revisión del VAR la decisión fue anulada. Ese respiro pareció despertar a los verdiblancos, que encontraron el empate en una acción aislada: Vitor Roque forzó un córner y, en la jugada posterior, Isco y el canterano Jesús Rodríguez combinaron para que este último sacara un disparo desde fuera del área que se coló tras rozar en un defensa. El 1-1 devolvía la esperanza a Heliópolis.
Sin embargo, la ilusión duró poco. El Betis volvió a caer en el desorden y el Alavés comenzó a sentirse cómodo. Blanco se adueñó del mediocampo, anulando la influencia de Isco, mientras que Fornals no lograba conectar con los delanteros y Abde se perdía en regates sin salida. Para colmo, Sabaly y Ricardo Rodríguez tuvieron que retirarse con molestias, dejando a Pellegrini sin laterales naturales. El descanso llegó como un alivio para un Betis que nunca terminó de encontrarse.
La segunda mitad fue un monólogo del Alavés. El equipo de Coudet salió decidido a asfixiar al Betis con su presión y velocidad. Guridi y Carlos Vicente se movían a placer entre líneas y la zaga verdiblanca hacía aguas. El partido se terminó de romper cuando Perraud fue expulsado tras frenar una carrera del propio Vicente. Con diez jugadores y sin laterales, el Betis se vio completamente superado.
Kike García olió la sangre y dictó sentencia. Primero, cazó un balón suelto en el área para firmar el 1-2 con un zurdazo inapelable. Luego, redondeó su noche mágica con otro remate letal tras un centro medido de Carlos Vicente desde la derecha. El Villamarín enmudeció. Pellegrini movió el banquillo con los recursos que tenía, dando entrada a Toni Martínez y Stoichkov, pero ni la energía ni el orden regresaron al equipo. Isco, agotado, desaprovechó una ocasión clara tras un error de Abqar, y ahí se terminó cualquier intento de remontada.
El pitido final confirmó el naufragio. El Betis se queda sin rumbo, sin frescura y con demasiadas dudas en su propuesta. El proyecto de Pellegrini, que hace no mucho ilusionaba con su fútbol alegre y efectivo, atraviesa su momento más crítico. Kike García, eterno e infalible, se marchó del Villamarín con el balón bajo el brazo y la ovación de los suyos. Su Alavés respira en la zona baja; el Betis, en cambio, se asoma al abismo de la nada futbolística.


