
El Real Betis no pudo prolongar su buena racha y cayó 0-2 ante el Atlético de Madrid en La Cartuja, en un partido en el que los verdiblancos pusieron el fútbol, pero los rojiblancos pusieron los goles. Los de Pellegrini dominaron durante gran parte del encuentro, especialmente en la segunda mitad, pero la falta de acierto y una controvertida acción arbitral antes del descanso terminaron condenando a los béticos.
El choque comenzó con un mazazo. A los tres minutos, Giuliano Simeone aprovechó un rechace fortuito tras un despeje de Bellerín para batir a Pau López con un disparo ajustado al palo. El tanto llegó en el primer acercamiento del Atlético, que arrancó más enchufado, aunque poco a poco el Betis tomó el control del balón y empezó a asentarse en campo rival.
Abde fue el más incisivo en ataque, generando peligro constante por banda izquierda. En una de sus acciones, obligó a Oblak a sacar una mano salvadora que evitó el empate. Isco y Fekir trataron de asociarse entre líneas, pero el Betis volvió a adolecer del último pase y de la pegada que marca la diferencia.
El momento clave del encuentro llegó justo antes del descanso. En una falta lateral a favor del Betis, Natan fue claramente sujetado por Le Normand dentro del área, pero Martínez Munuera decidió no señalar penalti. La jugada continuó, el Atlético montó una rápida contra y Baena, con un disparo a la escuadra, hizo el 0-2. Del posible empate, se pasó a una ventaja que el Atlético supo administrar con su habitual solidez defensiva.
Tras el descanso, el Betis fue con todo. Pellegrini dio entrada a Lo Celso y apostó por un equipo más ofensivo, que arrinconó al Atlético durante casi toda la segunda parte. Los verdiblancos lo intentaron de todas las formas posibles: disparos lejanos, centros laterales, jugadas a balón parado… incluso un lanzamiento de falta de Abde que se estrelló en el larguero. Pero la fortuna, una vez más, fue esquiva.
El Atlético se replegó, se defendió con orden y apenas concedió espacios, mientras que Oblak volvió a ser un muro infranqueable. El Betis lo buscó hasta el final, pero el marcador ya no se movió.
Derrota dura y con sabor amargo para un Betis que mereció mucho más, que generó ocasiones de sobra y que se marchó del partido con la sensación de haber sido castigado en exceso. El equipo verdiblanco cae con orgullo, pero consciente de que en esta Liga, los errores —y las decisiones arbitrales— se pagan muy caros.

